Debería correr la voz que razona la necesidad de dejar a un lado la música alegre y festiva (la que hasta ahora interpretan los grupos de batucada, de dolçainas y similares) en todas y cada una de las manifestaciones que cualquier colectivo convoque a partir de ahora. Y argumentaremos que es necesario que a nuestra sola presencia en la calle, aunque tranquila y no violenta, por el momento, la acompañe nuestro silencio, censor, solemne, severo, grave, como la situación que atraviesa nuestro país, y nuevos gritos de guerra (no festivos ni humorísticos), con el objeto de que nuestra sola actitud consiga hacer comprender a los de arriba que el pueblo no juega y no está dispuesto a que lo hagan con él; que una manifestación significa una amenaza, que nuestra paciencia ha terminado, que deben temernos…
Convence a los colectivos que conoces o a los que perteneces de que resulta necesario prescindir a partir de ahora en nuestras manifestaciones de cualquier acompañamiento musical alegre que confunda la grave indignación del pueblo con una manifestación festiva; disuade (con argumentos) a los músicos bien intencionados que encuentres en cada ocasión para que cambien su repertorio; evita las risas y mantén una actitud solemne cuando te manifiestes en la calle. Propondremos que se cambien las melodías festivas por tambores de guerra, redobles que marquen nuestros pasos y gritos que eleven la moral del pueblo y le animen a rebelarse.
El sistema capitalista está terminado y nuestra paciencia también se acabó. No tenemos armas, pero somos muchos más…