Hierve abril en aquel parque
destilando un viento suave
que alambica el azahar nuevo
convirtiéndolo en veneno:
intoxica de sentidos
los registros del olvido
y arrebata de su sueño
la memoria insoportable.
Categoría: Desastres de la guerra
El soldado
Me acostumbré sin preguntas, me entrené sin treguas, perfeccioné mi blindaje, bruñí mi escudo. Y en vez de abandonar de una vez este campo de batalla interminable y tantas veces arrasado, vuelvo a ajustarme el casco machacado por los golpes, recompongo la coraza mutilada, sigo arrastrando mi armadura intolerable, mientras empujo cuesta arriba una roca que siempre rodó contra mí.
Ya no siento ninguna herida. Observo mi sangre goteando, impasible.

Conjuro
El culpable
La solución

INTRO: Desastres de esta guerra
Mis Desastres lo son de una forma poco evidente, nada espectacular, cotidiana, a veces imperceptibles a primera vista, disfrazados, algunos incluso, de acontecimiento feliz. Al contrario que Goya, yo he podido elegir contener mis ganas de pintar la sangre y el dolor de otros: hoy ya lo hace bastante la televisión. Tragedias habituales aunque algunas no parezca que lo son. Refieren a una guerra común, diaria, una fiebre no siempre silenciosa que todos padecemos, aunque algunos sobrevivan y otros se mediquen para lograr soportarla.
(“Los Desastres de esta guerra” también son una colección de dibujos. Si quieres verlos todos en imágenes ampliadas, los encontarás en la sección “Dibujos”, en mi web.)