Aún disfruto manipulando materiales, madera, objetos encontrados, tallando, grabando, modelando arcillas (cuentas, medallones en broches, colgantes y collares). Aunque mi interés en la cerámica viene dado más por su condición de soporte que añade una utilidad que por el proceso técnico laborioso de su realización material.
Las piezas que presento son producto, de nuevo, de un encuentro fortuito: por un lado, mi admiración antigua por la cerámica mediterránea a lo largo de la Historia del arte y en especial, aquella que se sirve de la austeridad cromática para centrarse en la grafía del pincel; por otro lado, una herencia repentina de demasiados objetos cerámicos, éstos mismos que busqué conservar y aprovechar de algún modo transformando en humildes palimpsestos. Primero preparándolos como soportes y después pintando y escribiendo con pinceles de caligrafía y pinturas porcelánicas resistentes, barnizadas con varias capas de protección final. Aunque no las calculé como piezas de menaje, son totalmente operativas puesto que los interiores no han sido intervenidos y conservan intacta su cualidad de porcelana cocida, así que pueden contener líquido sin problemas.
Finalmente, de nuevo aparecen palabras en mi trabajo de las que me ocupan tanto la forma como su sentido. Sin más premeditación, esta vez, que la furia y la impotencia vividas como espectador de los acontecimientos en el mundo (dos años después de comenzar esta serie nada ha cambiado sino a peor). “Desarme” es el lema principal de las piezas: puede que para muchos suene tan inocente, vano, como “solidaridad de especie” o “bien común”, sin embargo, para mí esas palabras no son significantes vacíos. En cualquier caso, soy lo suficientemente vieja como para saber que “la guerra” por la justicia social está perdida de antemano para mí; sé que mis mensajes tienen el mismo alcance que dentro de una botella flotando en el mar, y asumo desde siempre la futilidad de mi oficio en tiempos tan duros. Simplemente no sé, ni quiero, mantenerme al margen de lo que me rodea y no puedo sino tomar partido con las “armas” de las que dispongo, aunque sean tan frágiles como la porcelana.
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