Me gusta ese color rojo,
que muchos llaman de puta,
el del carmín corrido,
el de las uñas rotas,
también los tonos más claros
del carmín de granza,
de la flor del amaranto,
a los que igual llaman «fresa»,
que «cereza», que «geranio»,
cuando venden ropa interior,
sin embargo llaman «fucsia»
confundiendo buganvillas;
granate de las butacas
de los teatros, los cines,
el del telón cerrado,
el de Las zapatillas rojas,
el de la laca china,
el del lacre sellado;
el rojo de arrebato y furia,
ése mezclado con negro,
rojo de los hombres rojos
e inaplazables banderas,
rojo de emoción y urgencia,
que es azul que pinta sangre
si en contacto con el aire,
como el fuego necesario,
se transmuta y se derrama.