Desastres de la guerra

El soldado

Me acostumbré sin preguntas, me entrené sin treguas, perfeccioné mi blindaje, bruñí mi escudo. Y en vez de abandonar de una vez este campo de batalla interminable y tantas veces arrasado, vuelvo a ajustarme el casco machacado por los golpes, recompongo la coraza mutilada, sigo arrastrando mi armadura intolerable, mientras empujo cuesta arriba una roca

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El culpable

No existe nada detrás, a mi espalda: yo ordeno la vida, la alumbran mis ojos. Yo soy el responsable de todo cuanto sucede, yo el que lo desencadena, El Solo, aunque esté rodeado. Debo ir cargado del peso del mundo, sobrecogido por todo el dolor. Yo soy el voluntario a mártir, yo el Atlas aplastado, el

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La solución

La solución más práctica es separarse de la cabeza cuando convenga, no sea que acuda, la memoriosa, a apagar con recuerdos la llama nueva encendida de lo que está por ver. Para que no congelen los ojos abiertos la imagen ardiente de los demás sentidos, y no diga la boca aunque quiera, no hable de

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INTRO: Desastres de esta guerra

Mis Desastres lo son de una forma poco evidente, nada espectacular, cotidiana, a veces imperceptibles a primera vista, disfrazados, algunos incluso, de acontecimiento feliz. Al contrario que Goya, yo he podido elegir contener mis ganas de pintar la sangre y el dolor de otros: hoy ya lo hace bastante la televisión.  Tragedias habituales aunque algunas no parezca que

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